Cada vez que he escuchado la frase "La ignorancia es atrevida", me ha parecido una gran verdad, porque uno ha conocido ya no pocos casos que lo demuestran. Ahora, por lo visto, quien es atrevido/a es la ideología dominante.
Manuel Alfonseca, ingeniero de telecomunicaciones, catedrático de universidad y divulgador científico, autor de varios libros, ha publicado en su blog Divulciencia un post titulado "La ideología dominante se atreve a censurar la ciencia" que me parece ilustrativo.
Cuenta el autor que uno de sus artículos más leídos, y comentado, es Lo que dice la ciencia sobre la vida humana, en el que explica cómo, por razones puramente ideológicas, los partidarios del aborto cierran los ojos a lo que dice la ciencia, que no duda en afirmar (y lo hace desde hace siglo y medio) que la vida de cada ser humano comienza en la fecundación del óvulo por el espermatozoide.
Frente a esto, los abortistas se empeñan en afirmaciones falsas como estas: un feto no es más que una parte del cuerpo de la madre; un feto no es un ser humano; un feto no es más que un conjunto de células (¿pues qué son ellos, los abortistas?)
Relata que la revista británica The Lancet, segunda más prestigiosa en el campo de la medicina, ha publicado un artículo que acusa de injerencia en la investigación científica a ciertas ONG abortistas y al propio gobierno del Reino Unido.Los científicos firmantes forman parte de un equipo perteneciente a la London School of Hygiene and Tropical Medicine, que realizó la evaluación de un proyecto destinado a reducir, en 14 países de África y Asia, las muertes por embarazos no deseados (o sea, muertes causadas por abortos provocados).
El proyecto tenía asignada una financiación de 140 millones de libras esterlinas, estaba patrocinado por el Departamento para el Desarrollo Internacional del Reino Unido, y fue llevado a cabo por dos importantes ONG dedicadas a la salud reproductiva internacional (eufemismo que oculta la palabra aborto).
El problema surgió cuando los resultados de la evaluación no fueron del agrado de las dos ONG abortistas, que, a base de presiones y amenazas, consiguieron impedir la publicación de artículos científicos que detallaban los resultados de la evaluación y que ya estaban aceptados por revistas del ramo.
Ante las protestas de la ONG, la universidad abrió una investigación y llegó a la conclusión de que el equipo había trabajado correctamente, pero le ordenó dejar en el anonimato la participación de las dos ONG y los países donde habían trabajado, lo que en la práctica les concedía la facultad de decidir qué resultados de la investigación podían publicarse y cuáles no.
El equipo investigador recurrió la decisión, porque equivalía a instaurar la censura de esas ONG sobre los resultados de su investigación, pero el departamento gubernamental DFID del Reino Unido desestimó el recurso.
Posteriormente, se les permitió publicar un solo artículo, pero quedan muchos resultados que no han podido hacerse públicos, lo que ha inducido a dos de los investigadores a escribir el artículo de denuncia para The Lancet. Los autores señalan que no se trata sólo de su caso, sino que muchos otros investigadores se encuentran en la misma situación que ellos, cuando los resultados de sus trabajos chocan con la ideología dominante.
José Apezarena
https://www.elconfidencialdigital.com/
Juan Ramón Domínguez Palacios
http://enlacumbre2028.blogspot.com.es
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