Ayer me tocó predicar sobre la Virgen, y recordé a aquella niña de 14 años —¿qué habrá sido de ella?— que se negó en redondo a escribir un folio sobre su madre. La profe de lengua de Aldeafuente les había mandado que hicieran esa redacción en clase, pero Raquel se levantó muy enfadada y se marchó del aula. Al día siguiente ella misma me contó el porqué de su desplante.
—No puedo escribir sobre mi madre sin hablar de mí misma. Y no quiero que nadie se meta en mi vida, ¿vale?
Ayer yo pensé que lo mismo. ¿Cómo puedo predicar sobre la Virgen María sin desnudarme delante de los que me escuchan?
No me fui del oratorio, pero me tocó pasar un rato de vergüenza.
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