Cosas varias: Después de la autobiografía de Stephan Sweig, estoy leyendo una biografía de Robespierre.
En uno de mis últimos posts, se me olvidó mencionar que había comenzado a ver dos películas que me recomendó la página de cierto crítico: My blueberry nights y Patterson. No las acabé. Las dos son totalmente prescindibles.
También he acabado de ver la serie de viajes titulada Paraísos cercanos. Con esta serie (que veía, sobre todo, durante el desayuno) he recorrido mundo y he disfrutado como si estuviera allí o quizá mejor que si hubiera estado allí.
He aprendido a cocinar bien las vieiras, gracias a que una médica que me regaló unas cuantas.
Putin sigue haciendo declaraciones, contra Estados Unidos, en su más puro estilo: amenazando, mostrando un olímpico desprecio hacia el sufrimiento humano de su país o de otros. Lo tremendo de este sujeto es que tiene en sus manos el destino de 144 millones de personas, su riqueza y su pobreza.
Debo reconocer que Trump, en el tema del aborto, ha cumplido sus promesas. Le felicito. No pensé que lo hiciera, pero me equivoqué.
Ayer me enteré de las medidas concretas que China tomó el año pasado para, progresivamente, ir convirtiendo su moneda en la nueva moneda internacional que conviva con el dólar. Son disposiciones técnicas de las que solo se enteraron los que están muy metidos en el mundo financiero, pero la voluntad que persiguen esas acciones tiene un fin indudable. Un sistema bancario y financiero en manos de Pekín supondría un cambio sustancial del escenario mundial. La gente no es consciente de ello, pero tendría claras consecuencias en sus vidas y ninguna positiva.
En cuanto acabe de escribir la última línea de este post, iré a la cocina donde me espera un delicioso tartar de salmón sobre un esponjoso y bien horneado pan comprado en Granier.
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