Querido Woodrow (te llamo así para mantener tu identidad oculta), muchas gracias por tu larga llamada, creo que fueron dos horas. Dos horas de conversación en las que paseé y paseé perdiendo algo de peso, que es uno de mis más fervorosos deseos de estas semanas. Según la báscula, perdí ayer 300 gramos. Es una báscula muy precisa.
Durante nuestra conversación a través del Atlántico, repasamos a la Iglesia de arriba abajo, yendo de los pequeños escándalos a los más grandes. Reconozco que la virtud da poco tema de conversación. Nos dio tiempo también para que él me explicara aspectos de la institución senatorial de Estados Unidos que desconocía. Qué distinta hubiera podido ser la política de esa gran nación si el senado se hubiera mantenido como la cámara que tenían en mente los Padres Fundadores.
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Para que os alegre un poco el día, os pongo este vídeo que no es nada del otro mundo. Pero tiene dos momentos que me han hecho lanzar una risotada:
El minuto 0:44, la mujer en el tanque. Espero que no sea visto la elección de ese momento como una muestra de machismo por mi parte.
El minuto 2:35, el presentador con el gallo. Creo que esta escena compensa la primera ampliamente.
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