OFICIO DE LECTURA - VIERNES DE LA SEMANA I - TIEMPO DE ADVIENTO
Del propio del Tiempo. Salterio I
V. Derrama, Señor, tu misericordia sobre nosotros.
R. Danos tu salvación, según tu promesa.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 19, 16-25
FUTURA CONVERSIÓN DE EGIPTO Y ASIRIA
Aquel día, Egipto será como las mujeres, se asustará y temblará ante la mano del Señor de los ejércitos, que él agita contra ellos. Judea será el espanto de Egipto: sólo mencionársela le producirá terror, por el plan que el Señor de los ejércitos planea contra él.
Aquel día, habrá en Egipto cinco ciudades que hablarán la lengua de Canaán y que jurarán por el Señor de los ejércitos; una de las ciudades se llamará Ciudad del sol.
Aquel día, en medio de Egipto habrá un altar del Señor, y un monumento al Señor junto a la frontera. Serán signo y testimonio del Señor de los ejércitos en tierra egipcia. Si claman al Señor a causa del opresor, él les enviará un salvador que los libre. El Señor se manifestará a Egipto, y Egipto aquel día reconocerá al Señor. Le ofrecerán sacrificios y ofrendas, harán votos al Señor y los cumplirán. El Señor herirá a Egipto con una plaga y lo curará; ellos volverán al Señor, él los escuchará y los curará.
Aquel día, habrá una calzada de Egipto a Asiria: Asiria entrará en Egipto y Egipto en Asiria; y los egipcios con los asirios servirán a Dios.
Aquel día, Israel será mediador entre Egipto y Asiria, será bendito en medio de la tierra: porque el Señor de los ejércitos lo bendice, diciendo: «Bendito mi pueblo Egipto, la obra de mis manos Asiria y mi heredad Israel.»
RESPONSORIO Is 19, 21; Lc 13, 29
R. Aquel día, Egipto reconocerá al Señor, * y le ofrecerán sacrificios y ofrendas.
V. Y vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el reino de Dios.
R. y le ofrecerán sacrificios y ofrendas.
SEGUNDA LECTURA
Del libro Proslógion de san Anselmo, obispo
(Cap. 1: Opera omnia, edición Schmitt, Seckau 1938, 1, 97-100)
DESEO DE CONTEMPLAR A DIOS
Deja un momento tus ocupaciones habituales, hombre insignificante, entra un instante en tí mismo, apartándote del tumulto de tus pensamientos. Arroja lejos de ti las preocupaciones agobiantes y aparta de ti las inquietudes que te oprimen. Reposa en Dios un momento, descansa siquiera un momento en él.
Entra en lo más profundo de tu alma, aparta de ti todo, exepto Dios y lo que puede ayudarte a alcanzarlo; cierra la puerta de tu habitación y búscalo en el silencio. Di con todas tus fuerzas, di al Señor: «Busco tu rostro; tu rostro busco, Señor.»
Y ahora, Señor y Dios mío, enséñame dónde y cómo tengo que buscarte, dónde y cómo te encontraré.
Si no estás en mí, Señor, si estás ausente, ¿dónde te buscaré? Si estás en todas partes, ¿por qué no te veo aquí presente? Es cierto que tú habitas en una luz inaccesible, ¿pero dónde está esa luz inaccesible?, ¿cómo me aproximaré a ella?, ¿quién me guiará y me introducirá en esa luz para que en ella te contemple? ¿Bajo qué signos, bajo qué aspecto te buscaré? Nunca te he visto, Señor y Dios mío, no conozco tu rostro.
Dios altísimo, ¿qué hará este desterrado, lejos de ti?, ¿qué hará este servidor tuyo, sediento de tu amor, que se encuentra alejado de ti? Desea verte y tu rostro está muy lejos de él. Anhela acercarse a ti y tu morada es inaccesible. Arde en deseos de encontrarte e ignora dónde vives. No suspira más que por ti y jamás ha visto tu rostro.
Señor, tú eres mi Dios, tú eres mi Señor y nunca te he visto. Tú me creaste y me redimiste, tú me has dado todos los bienes que poseo, y aún no te conozco. He sido creado para verte, y todavía no he podido alcanzar él fin para el cual fui creado.
Y tú, Señor, ¿hasta cuándo nos olvidarás, hasta cuándo dejarás de apartar tu rostro? ¿Cuándo volverás tu mirada hacia nosotros? ¿Cuándo nos escucharás? ¿Cuándo iluminarás nuestros ojos y nos mostrarás tu rostro? ¿Cuándo accederás a nuestros deseos?
Míranos, Señor, escúchanos, ilumínanos, muéstrate a nosotros. Colma nuestros deseos y seremos felices; sin ti todo es hastío y tristeza. Ten piedad de nuestros trabajos y de los esfuerzos que hacemos por llegar hasta ti, ya que sin ti nada podemos.
Enséñame a buscarte, muéstrame tu rostro, porque si tú no me lo enseñas no puedo buscarte. No puedo encontrarte si tú no te haces presente. Te buscaré deseándote, te desearé buscándote; amándote te encontraré, encontrándote te amaré.
RESPONSORIO Sal 79, 19. 20; 105, 4
R. No nos alejaremos de ti, Señor; danos vida, para que invoquemos tu nombre: * Que brille tu rostro sobre nosotros y nos salve.
V. Acuérdate de nosotros por amor a tu pueblo, visítanos con tu salvación.
R. Que brille tu rostro sobre nosotros y nos salve.
ORACIÓN.
OREMOS,
Muestra, Señor, tu poder y ven a nosotros, para que por tu protección nos veamos libre de los peligros que nos amenazan a causa de nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

Publicar un comentario