La liturgia diaria meditada - Yo los bautizo con agua, él los bautizará en el Espíritu Santo (Lc 3, 2b-3. 10-18) 16/12



Domingo 16 de Diciembre de 2018
Domingo 3º de Adviento
Morado o Rosado.

Semana 3ª del Salterio.

Martirologio Romano: En Selz, cerca de Estrasburgo, en la Lotaringia, santa Adelaida, emperatriz, que se distinguió por mostrar hacia los familiares una gran alegría, hacia los pobres una infatigable piedad, y una abundante generosidad en honrar las iglesias († 999). 

Antífona de entrada          cf. Flp 4, 4-5
Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense, pues el Señor está cerca.

Oración colecta     
Dios y Padre nuestro, que acompañas bondadosamente a tu pueblo en la fiel espera del nacimiento de tu Hijo, concédenos festejar con alegría su venida y alcanzar el gozo que nos da su salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas        
Ayúdanos, Padre, a ofrecerte este sacrificio como expresión de nuestra propia entrega, para que así cumplamos debidamente lo que tú mismo nos mandaste celebrar y obtengamos la plenitud de la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona      cf. Is 35, 4
Digan a los que están desalentados: “Sean fuertes, no teman, nuestro Dios viene y nos salvará”.

Oración después de la comunión
Señor y Dios nuestro, imploramos tu clemencia para que la fuerza de este alimento divino, liberándonos de todo pecado, nos prepare para la celebración del nacimiento de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

1ª Lectura    Sof 3, 14-18a
Lectura de la profecía de Sofonías.
¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Aclama, Israel! ¡Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén! El Señor ha retirado las sentencias que pesaban sobre ti y ha expulsado a tus enemigos. El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti: ya no temerás ningún mal. Aquel día, se dirá a Jerusalén: ¡No temas, Sión, que no desfallezcan tus manos! ¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un guerrero victorioso! Él exulta de alegría a causa de ti, te renueva con su amor y lanza por ti gritos de alegría, como en los días de fiesta.
Palabra de Dios.

Comentario
La alegría es casi una orden de Dios. Es que, ante el abatimiento de este pueblo, Dios necesita despertarlo de modo imperativo y fuerte para movilizar su espíritu aún adormecido.

[Sal] Is 12, 2-6
R. ¡Aclamemos al Señor con alegría!

Este es el Dios de mi salvación: yo tengo confianza y no temo, porque el Señor es mi fuerza y mi protección; él fue mi salvación. R.

Ustedes sacarán agua con alegría de las fuentes de la salvación. Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, anuncien entre los pueblos sus proezas, proclamen qué sublime es su Nombre. R.

Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso: ¡Que sea conocido en toda la tierra! ¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión, porque es grande en medio de ti el Santo de Israel! R.

2ª Lectura    Flp 4, 4-7
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos.
Hermanos: Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense. Que la bondad de ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca. No se angustien por nada y, en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.

Comentario
Si el Señor está cerca, no podemos hacer otra cosa que alegrarnos, porque ya nada será causa de tristeza. El Señor está cerca, y al verlo nuestro corazón ya está en paz, como si hubiera encontrado el sentido de tanto andar por este mundo.

Aleluya        Is 61, 1
Aleluya. El Espíritu del Señor está sobre mí; él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres. Aleluya.

Evangelio     Lc 3, 2b-3. 10-18
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Dios dirigió su palabra a Juan Bautista, el hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. Este comenzó a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. La gente le preguntaba: “¿Qué debemos hacer entonces?”. Él les respondía: “El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto”. Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le preguntaron: “Maestro, ¿qué debemos hacer?”. Él les respondió: “No exijan más de lo estipulado”. A su vez, unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué debemos hacer?”. Juan les respondió: “No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo”. Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo a todos: “Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible”. Y por medio de muchas otras exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Noticia.
Palabra del Señor.

Comentario
“Para cada estado hay preceptos particulares; pero el de la misericordia es común para todos, por tanto a todos se les manda que den al que no tiene. La misericordia es la perfección de las virtudes; sin embargo, la misericordia se mide según la posibilidad de cada uno, para que nadie se prive de todo lo que tiene sino que dé parte de ello al pobre” (santo Tomás de Aquino, “San Ambrosio”, en Catena Aurea).

Oración introductoria 
Señor, sabes que no soy el mejor, conoces toda mi miseria, pero por esto mismo vengo ante ti con la confianza de que me escucharás y me enseñarás el camino. Señor, ayúdame a creer. Quiero confiar plenamente en ti. Dame la gracia de esperarlo todo de ti y en ti. Enséñame a amar a los demás, para mostrarte el amor que te tengo. 

Petición 
Señor, que me dé cuenta del amor que me tienes y que me has mostrado al hacerte como uno de nosotros. 

Meditación 

1. Estad siempre alegres en el Señor. Esta frase que san Pablo dice a sus queridos fieles discípulos de Filipos se repite hoy en la liturgia, por lo que a este tercer domingo de Adviento se le ha llamado tradicionalmente “domino gaudete”, domingo de la alegría. La razón principal que les da el apóstol a los filipenses es que “el Señor está cerca”, refiriéndose a la segunda venida del Señor Jesús. Nosotros referimos esta frase, en primer lugar, a la primera venida, al nacimiento de Jesús en Belén, a la Navidad. Pero, como ya hemos dicho en otras ocasiones, Dios está viniendo siempre a nuestras vidas, siempre, claro está, que nosotros queramos acogerle en nuestro corazón. En este sentido, hemos dicho ya que toda nuestra vida aquí en la tierra es un adviento continuado y siempre debemos vivir con la esperanza de estar ya y para siempre con el Señor. La alegría cristiana del adviento no es una alegría de bulla y carcajadas, sino una alegría espiritual, principalmente interior, pero que se debe reflejar diariamente en nuestro comportamiento exterior. Nos lo dice claramente el apóstol: “que vuestra mesura la conozca todo el mundo”. Debemos ser personas tranquilas, equilibradas, pacíficas. Las palabras del apóstol son maravillosamente claras: “Y. así, la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

2. Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel… el Señor se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta. Seguimos celebrando este tercer domingo de la alegría y también el profeta Sofonías nos anima a vivir alegres y hasta jubilosos, porque nuestro Dios es un Dios que perdona y salva, porque es un Dios que nos ama. La alegría del cristiano no se basa en los méritos propios, sino en la gran misericordia del Dios que nos salva. Todos necesitamos reconocernos pecadores y saber pedir todos los días pedir perdón de nuestros pecados al Señor. La tristeza del alma por nuestro pecado y nuestra debilidad nunca debe anular la profunda y consoladora esperanza en la misericordia de Dios. Un Adviento triste sería un triste Adviento. Como san Pablo a los filipenses, también el profeta Sofonías nos anima hoy a vivir alegres nuestro Adviento particular.

3. Gritad jubilosos: “Qué grande es en medio de ti el santo de Israel” También el salmo responsorial de este domingo, con palabras del profeta Isaías, nos invita a la alegría, una alegría que no se basa en nuestras propias fuerzas ni en nuestros merecimientos, sino en la fuerza y el poder del Señor que nos salva. Porque “nuestra fuerza y nuestro poder es el Señor”.

4.- La gente preguntaba a Juan: ¿entonces, qué hacemos? Y, para poder vivir con alegría este tercer domingo de Adviento, no está mal que meditemos con profundidad las palabras de Juan el Bautista, el Precursor del Mesías. Juan estaba en el desierto de Judea y mucha gente, atraída por su fama de santidad, acudía hasta allí para preguntarle qué debían hacer para salvarse. Él les respondía que fueran generosos y que compartieran lo que tenían con los que no tenían lo necesario para vivir, que no fueran corruptos y que se conformaran con lo que ganaban legalmente y, sobre todo, que esperaran al que había de venir, al Mesías, para ser bautizados no sólo con agua, sino con Espíritu Santo y fuego. Todo lo que decía Juan a los judíos que acudían a él, podría decírnoslo también hoy a nosotros, los cristianos de este siglo XXI. Ser compasivos y misericordiosos con los necesitados, no ser corruptos y tramposos en nuestras cuentas y en nuestra vida, vivir, en definitiva, según el espíritu de Jesús. Si, pues, queremos vivir el Adviento y la Navidad en comunión con Cristo y con una verdadera alegría cristiana, debemos eliminar de nuestras vidas, ya desde ahora mismo, todo aquello que nos impide vivir alegres, como buenos discípulos de Cristo.

5.- Es necesaria la conversión. El primer domingo de Adviento se nos pedía una esperanza activa, estar despiertos. En el segundo, despejar el camino de todo lo que nos estorba para que el Señor pueda pasar. Hoy se nos pide conversión. El Señor viene, pero nosotros tenemos que ir hacia Él. Esto exige un cambio de mente y de corazón. Es decir, requiere volvernos a Dios. El bautismo de Juan es una preparación para la llegada de aquél que viene detrás "y yo no merezco ni llevarle las sandalias". El bautismo de agua es sólo de penitencia. Hay que empezar por ahí, es decir cambiando de rumbo y de actitud. Pero la auténtica transformación viene del Bautismo con el Espíritu Santo que proclama y ofrece Jesús. Como el fuego purifica y transforma, así también seremos trasformados por el Espíritu si vivimos el Evangelio. También nosotros tenemos que convertirnos ¿Qué te pide a ti el Señor en tu situación concreta?

Propósito 
Este día ayudaré a mi prójimo en la necesidad que le surja. Mostraré la alegría que el Señor me dado y la compartiré con los demás, para comunicarles ese amor de Dios. 

Diálogo con Cristo 
Señor, te doy gracias por el don de la vida y de la fe. También te agradezco por el amor que nos tienes, por la inmensa e inmerecida gracia de ser tu apóstol en la tierra. Muéstrame el camino para agradarte. Ayúdame a compartir tu amor con los demás, amor verdadero y profundo como el tuyo. Dame la fuerza para luchar cada día contra la inconsciencia de vivir apartado de ti. Gracias, Señor, por todo lo que me has dado. 

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