Es muy curioso el artículo y las fotos de la apertura de este féretro del siglo XVII:
Fue enterrada con el corazón de su marido en sus manos. Una práctica que algunas esposas podrían querer revivir en nuestros días.
No escribo mucho más porque leer el artículo y el blog será muy largo. Yo ya estoy pensando en mi propio ataúd de plomo y qué podría llevar en mis manos.
Hay que ver lo deteriorada que queda una mujer después de trescientos años.
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