Parece que aquí todo quisqui va mostrando las cartas, la patita, las intenciones y el traspuntín. Hasta ahora, con disimulo, ahora, a pecho descubierto y calzón quitado.
Me he enterado que hay una cosa que se llama Red eclesial panamazónica, usease, lo del REPAM, que es una red o asociación o agrupación o similar que dice de sí misma que “La REPAM se coloca al servicio de los pueblos de la Pan-Amazonía, busca luchar en defensa de sus sabidurías ancestrales, de sus territorios y de su derechos …” En fin, no voy a entrar en esto, aunque daría para mucho. Sería demasiado por el momento.
Leo hoy la noticia de que esta REPAM y la Asociación Venezolana de Educación Católica se unen para crear conciencia ecológica entre los más jóvenes. Atentos. Muy atentos.
Es decir, se unen la REPAM (NOCHA), que es una red eclesial, con la asociación venezolana de educación católica, y deciden llevar adelante un proyecto que consiste en ayudar a concientizar a Venezuela sobre los ingentes problemas de nuestro planeta, en particular de la Amazonía, con sus territorios y pueblos. Sigo y no se me asusten: “El contenido de la actividad pretende mostrar un conocimiento básico de la Encíclica Laudato Si, sobre el cuidado de la casa común, que haga posible un acercamiento a la realidad ambiental del planeta y de nuestro entorno. Todo ello, en una tentativa de descubrir los elementos éticos que orientan la acción educativa en el marco del respeto al medio ambiente y de los pueblos (Palabra de Dios, Laudato Si y sabiduría indígena), fomentar la Espiritualidad Ecológica y trabajar la encíclica Laudato Si desde la pastoral educativa y el currículo”. ¿A que lo han entendido? Sí, hombre (o mujer), si es de cajón de madera de pino.
Venezuela se muere. Son cientos de miles los venezolanos que han abandonado el país por el hambre, la violencia, la miseria y la muerte diaria. Las imágenes que nos llegan de los venezolanos bañándose en aguas hediondas, recogiendo agua de los lugares más infectos, sin luz horas y días, muriéndose en hospitales sin las más elementales condiciones de higiene, sin aparatos médicos, sin medicamentos. Gente que, literalmente, muere de hambre en las calles, desmanes del gobierno. Todo. Uno de los países más ricos del mundo con una inflación interanual a día de hoy que se va a un 130.000 por ciento según el Banco Central Venezolano. Emergencia humanitaria total. El país se muere a manos de un tirano, Nicolás Maduro, coherente sucesor de Hugo Chávez.
Cualquier mindundi, que no hace falta más, pediría, exigiría, a la Iglesia más comprometida con la causa de los pobres, que alzara su voz ante la injusticia. Como se hizo en Nicaragua, por ejemplo, cuando los Somoza ¿se acuerdan? Claro que se acuerdan de aquella Iglesia a la que se aplaudía por ir en contra de Somoza, Pinochet o Videla. En verdad eran dictaduras, con la diferencia, eso sí, de que al menos se comía algo (o bastante) mejor. Pero eran de derechas, y eso es lo último que cualquier progre piede soportar.
Venezuela. Dictadura, en lo político, mucho peor que las anteriores: con represión militar, cierre de cualquier atisbo de oposición, encarcelamiento de disidentes, torturas. Y, además, muriendo de hambre. Fantástico. Y te llegan los de la REPAM (NOCHA), unidos con la Asociación Venezolana de Educación Católica y, cuando uno se pensaba, inocente de mí, que harían una fortísima proclama contra Maduro exigiendo libertad y vida digna para todos los venezolanos, mira por donde se ponen de perfil, lanzan su mirada a la Amazonía y se muestran preocupados por el bienestar de los yanomamis y la pacífica vida de pumas, anacondas y pirañas.
Se vayan a hacer puñetas. La REPAM NOCHA, los educadores, todos los que alientan y promocionan estas, no mamarrachadas, sino auténticas barbaridades. Que este cuento es sabido y apesta.
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