Volver de noche

07:35

Era noche cerrada. Solo el tenue resplandor de las antorchas iluminaba la calzada romana. El búho ya había salido de caza cuando vio a aquel anciano que caminaba torpemente. Le acompañaban dos criados, y su báculo, de madera noble, sugería que se trataba de alguien importante; tal vez un rabí, un doctor de la ley o un miembro del Sanedrín.
Se llamaba Nicodemo y quería ver a Jesús. 
*     *     * 
—No deberías ir —le había aconsejado dos días antes su amigo Anás—. Es sólo un charlatán de Galilea. Otro más. Y ya sabes lo que eso significa. Te has ganado el respeto y la admiración de todo Jerusalén. ¿Quieres echarlo a perder sólo por satisfacer una curiosidad?
Al fin Nicodemo decidió acudir de noche. Nadie se enteraría; pero necesitaba ver de cerca al Nazareno, escucharle  y hablar a solas con él. Tal vez Jesús le ayudaría a recuperar la paz de espíritu, y quizá encendería de nuevo la llama de la fe, que con el paso de los años parecía casi apagada, tentada por el escepticismo y la desconfianza en Dios.
Caminaba en silencio."El Nazareno pensará que soy cobarde —se decía— por ir a verle a estas hora, emboscado en las tinieblas."
Pero Jesús no le hizo ningún reproche. Al contrario; le recibió sonriente y le dijo que, si quería, podía volver a nacer.
—¿Cómo es eso? ¿Volver al seno de mi madre…?
El búho, que fue testigo de aquel largo coloquio, vio salir de madrugada a Nicodemo con el rostro resplandeciente, corriendo como un chiquillo.
Aquel anciano fue el primero. Desde entonces miles de personas vuelven a casa de noche para ver a Jesús. Algunos son jóvenes, incluso adolescentes; pero hay también ancianos; hombres y mujeres. La mayor parte fueron discípulos suyos en otro tiempo y se alejaron del Señor quién sabe por qué. Quizá negaron conocerle e incluso alardearon de su falta de fe. Tal vez se enfangaron buscando en la basura algo de la alegría perdida. Pero han pasado los años y ahora comprenden que necesitan volver a casa.
—Llevo mucho tiempo diciendo que soy agnóstico —me contaba un famosillo, viejo amigo mío desde los tiempos de la Facultad—. Si me ven hablando con un cura…
Le aconsejé que siguiera los pasos de Nicodemo. La Virgen María le conseguiría una cita con Jesús, de día o de noche.
—Ella te abrirá la puerta de su casa a cualquier hora. Jesús te dará un abrazo; volverás a empezar; nacerás de nuevo. Y aprenderás a ser valiente también a la luz del día.

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