Símbolo: El incendio de la Catedral de París, tan simbólica, tan en el centro de Europa Occidental, no puedo dejar de verlo como un hecho simbólico. Lo que se ha destruido es un edificio, pero pronto se incendiará aquello que representaba esa construcción.
Culpables: Yo no echaría la culpa a ningún atentado procedente de Afganistán o a los elementos furibundos de algún grupo antibergogliano. Cuando los obreros entran en las cubiertas, hay un riesgo grave siempre. Después siempre se acusa a las chispas de las soldaduras. Pero casi siempre la causa está en el tabaquismo de los trabajadores. Las soldaduras son peligrosas en la cercanía de gasolina y productos semejantes, pero probad a echar centenares de chispas directamente sobre una cortina y os llevaréis una sorpresa: las chispas rebotan y no incendian la tela. Sobre madera maciza la posibilidad de que una chispa la incendie me parece tan improbable como que sea verdad la historia de san Cristóbal. Pero me atengo al parecer de los expertos.
Futuro: Yo no reharía el interior de la catedral tal como estaba en el siglo XX, sino que haría una reconstrucción de era una catedral en el siglo XIV. Una reconstrucción historicista, lo más precisa posible. El interior del templo después que pasaran por allí los volterianos defensores de la libertad y la razón quedó dévasté, y las desgraciadas añadiduras que se hicieron desde entonces me recuerdan a como ha quedado el interior de la Almudena tras las sucesivas oleadas de añadiduras sin orden ni concierto. Ahora es el momento de una reestructuración a fondo de todo su interior.
Post Data: Al final, los obreros han sido más efectivos que Hitler. No me extraña lo más mínimo. Lo advertí mil veces. Cualquiera que les haya visto trabajar in situ sabe que están dotados de una malicia especial y de un grado notable de capacidad para la destrucción solo superada por los taxistas.
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