Es la impresión que tenemos todos con alguna excepción del todo excepcional. Nos estamos quedando sin gente. Basta preguntar a los sacerdotes por sus parroquias y lo vemos todos. Menos gente en misas, disminuyen los bautizos, las bodas por la iglesia reducidas a mínimos. Es lo que hay. En España, que todavía nos defendemos, aunque sea como gato panza arriba. Mirar a Europa, por ejemplo a Holanda, da miedo. En los últimos años se vienen cerrando un templo católico por semana. No parece mucho mejor la situación de Alemania. Tampoco en Hispanoamérica están como para tirar cohetes.
Vamos a España. Los datos son los datos. Hoy podemos leer en Religión Digital, la sección de religión de Periodista Digital que estrena nueva orientación, que desde el año 1999, es decir, desde anteayer, el número de católicos españoles que no va casi nunca a misa ha subido un 22,7%. Según el CIS, en 1999, el 39,4% reconocía no ir a misa nunca o casi nunca. En 2019 ese porcentaje es del 62,1%. Este es el dato. A partir de ahí, cada cual saque sus conclusiones.
En veinte años hemos perdido un 22,7 % de católicos practicantes. Podemos maquillar los datos, llamar a Tezanos, experto en cocinar y recocinar datos, lo que queramos. Podemos empeñamos en proclamar que todavía tenemos casi un 38 % que siguen yendo a la iglesia de cuando en cuando y que tenemos algo más de un 13 % que van a misa todos o casi todos los domingos. De acuerdo, pero es que hace diez años los que se llaman practicantes alcanzaban un 23 %. Diez puntos más.
Religión Digital, desde Periodista Digital, y con una orientación claramente renovada (Vidal y Bastante han emigrado a un portal propio), comienza el artículo afirmando que algo de culpa tendrán los curas (Con la Iglesia hemos topado: Los monjes de Montserrat rezan por los golpistas que pasarán ’su segunda Navidad en la cárcel’) y bastante el Papa Francisco.
Echo en falta un organismo intermedio. Si en España andamos como andamos, los curas tenemos nuestra parte de culpa. Pero si los curas no hacemos bien las cosas y seguimos sin hacerlas bien, es porque se nos consiente, y ya sabemos quienes son los que pueden consentir o tolerar: los obispos. Ya nos decían, siendo jovencitos, que la culpa de las barbaridades que hacíamos no era nuestra, sino de los formadores que lo consentían. Y si los obispos no cumplieran con su obligación, entonces hay que mirar más arriba.
Nos podemos quedar tan tranquilos diciendo que la culpa es de la sociedad, los medios de comunicación, el odio a la fe. Es cierto, pero es algo que se nos escapa de las manos. Algo de culpa tendremos como Iglesia, empezando por los curas, empezando por un servidor que bien podía trabajar más y mejor en la tarea del evangelio.
Me he quedado a cuadro con los datos. Veinte años, 22,7 % menos de practicantes. Cuesta abajo y sin frenos.
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