“Ferdinandus VII Hisp. el Ind. regi regum obtulit".
“Siendo patriarca de las Indias el Ecmo. Sr. D. Antonio Allue y Sesé, limosnero mayor de S.M. Año de 1826″. Esto lleva inscrito alrededor de su pie. En la base, el escudo de España rematado con la corona real y con cuatro cuarteles que representan Castilla y Leon y el reino de Granada.
Es decir, que parece un regalo del rey. El escudo lo confirma.
No sé el tiempo que llevaba escondido en un altillo de la sacristía. El caso es que un servidor llevaba poco tiempo en La Serna cuando decidimos echar un vistazo a ver qué nos encontrábamos por ahí arriba. Entre otras cosas, apareció un espléndido estuche de cuero dentro del cual se hallaba esta preciosidad. Algo se sabía, pero al final es lo de siempre: “Pues el caso es que aquí me suena que teníamos un cáliz antiguo, que dónde habrá ido a parar". En esta ocasión no se había marchado muy lejos.
Fue una magnífica experiencia sacarlo de su estuche y limpiarlo con algo tan simple y sano como agua y jabón. Fue suficiente para que reluciera precioso.
Ordinariamente celebro en La Serna con un bonito cáliz propiedad que fue de D. Julio Burriel, uno de mis antecesores, fallecido precisamente en La Serna y cuyos restos reposan en el interior de la ermita de Braojos. Los días grandes, como hoy, que celebramos a San Agustín, patrón de la localidad, sale de nuevo el caliz de 1826. Ya sé que es lo mismo, pero qué quieren que les diga, los detalles hacen fiesta y hoy no es una fiesta cualquiera, es la fiesta del pueblo, aunque en esta ocasión nos falten la música, la procesión, los divertimentos, el aperitivo y hasta la calcdereta que año tras año prepara Paco con tanto mimo.
Me he entretenido esta mañana buscando quién es D. Antonio Allué. Poca cosa: “Antonio Allué y Sesé (Asín de Broto, 16 de agosto de 1766 - Toledo, 25 de abril de 1842), fue un noble y religioso español que llegó a ser confesor de la Familia Real de Fernando VII y Patriarca de las Indias Occidentales entre otros cargos…". Algo más aparece en la Gran Enciclopedia Aragonesa.
A partir de aquí se admiten apuestas y conjeturas, porque en La Serna tenemos archivo parroquial solo desde mediados del siglo XIX. ¿Cómo llegó ese cáliz a La Serna, quén lo trajo, por qué…?
Me producen una enorme ternura esos cálices en desuso, muchos semi abandonados que aparecen en nuestras iglesias. Me impresiona saber que un día albergaron la sangre de Cristo y que hoy son un trasto más ocupando sitio al fondo de un armario viejo y sin limpar desde hace años. La vasija que contuvo la sangre del Redentor hoy es en demasiados casos un trasto más o un simple objeto de museo.
Cuando en una iglesia que administro me encuentro algo así hago el propósito de celebrar de vez en cuando con alguno de estos cálices retirados de la circulación. Y cuando lo hago pienso en los sacerdotes que celebraron misa con él, posiblemente desde el mismo Antonio Allué, patriarca de las Indias, hasta llegar a un servidor. Me vienen nombres de compañeros conocidos, Secundino, José Manuel… y otros de los que no sé más que sus nombres porque así aparecen en los libros parroquiales: Manuel, Fernando, José María, Balbino, Víctor, Daniel, Julio, Enrique…
Celebrar dentro de un rato con el cáliz que nos trajo D. Antonio Allué es celebrar en la comunión de la Iglesia, en comunión con tantos sacerdotes que en él cosagraron la sangre del Señor y en comunión con tanta gente de La Serna santificada por el fruto de aquellas misas.
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