Me alegró leer vuestros comentarios al post de ayer. Especial mención debo hacer de Anxelina y Alfonso, mención agradecida. Desde el principio, muy al principio, pensé que (si lograba convertirme en escritor) mantendría un continuo diálogo con mis lectores sobre mis libros. Aunque pensaba en mis novelas, pues ya, desde el comienzo, el tema del demonio me aburrió soberanamente. Curiosamente, en mi vida, ha pasado al revés: tengo infinidad de lectores sobre mis libros del demonio y muy pocos de mis novelas.
Me gusta hablar de esas regiones que he creado en mis libros. Pienso en esos títulos como regiones de una tierra amplia. Pero me da miedo pensar que todo pueda valer mucho menos de lo que estimo. Pues tengo una amistad, muy buena amiga, con la que hablo todos los días, (y que nunca lee mi blog, jamás), que cree tener un don para la fotografía. Lleva años haciendo fotos y enseñándomelas.
Pero ya se lo he dicho: no encuentro en ella la más mínima capacidad para ese arte; ni para escoger los temas ni los enfoques ni nada. Después de haber visto, tal vez, millares de fotos suyas, nunca he hallado el más mínimo atisbo de una mirada artística en sus fotografías. Nunca he visto un campo tan estéril como ella para desarrollar un arte en ese campo. Sin embargo, está convencidísima de lo contrario.
Ese es mi gran miedo respecto a mí. Al final, me consuelo con que se nos juzgará por nuestra conciencia, no por “resultados objetivos”. Hice lo que creí de buena fe que debía hacer, después de examinarme periódicamente acerca de si debía hacer lo que seguía haciendo.

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