La liturgia diaria meditada - Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11,25-30) 09/07



Domingo 09 de Julio de 2017
14° domingo durante el año
Verde.

Semana II para el Salterio.

La Virgen de Itatí es una advocación mariana venerada en la ciudad de Itatí, provincia de Corrientes, Argentina. La devoción se remonta a una tradición jesuítica, según la cual el rezo de un rosario habría salvado al misionero jesuita español Luis de Bolaños y los aborígenes que este había convertido al catolicismo de un ataque de nativos que combatían a los conquistadores. La tradición del pueblo afirma que el paso del arroyo Yaguarí se abrió por la mitad (similar a lo sucedido en el relato bíblico de Moisés) y los rebeldes emprendieron la retirada y se dispersaron, quedando el pueblo de Itatí a salvo, gracias a la intervención de la Virgen. El pueblo al ser testigo del hecho acudió a la Virgen en acción de gracias.


La Declaración de Independencia de la Argentina fue una decisión tomada por el Congreso de Tucumán por la cual, el martes 9 de julio de 1816, declaró la formal ruptura de los vínculos de dependencia política de las Provincias Unidas del Río de la Plata con la monarquía española. La declaración fue realizada en la Casa de Tucumán ubicada en la ciudad de San Miguel de Tucumán, donde sesionaba la asamblea. Diez días más tarde, el mismo Congreso renunció también a toda otra dominación extranjera.

Antífona de entrada         Sal 47, 10-11
En tu santo templo, Señor, evocamos tu misericordia; la gloria de tu nombre llega hasta los confines de la tierra. Tu derecha está llena de justicia.

Oración colecta    
Dios nuestro, que por la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; concédenos una santa alegría, para que, liberados de la servidumbre del pecado, alcancemos la felicidad que no tiene fin. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Padre del cielo, que este sacrificio consagrado a tu nombre nos purifique y nos encamine, cada día más, hacia la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

Antífona de comunión      Sal 33, 9
Gusten y vean qué bueno es el Señor. Feliz el hombre que espera en él.

O bien:         Mt 11, 28
“Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré”, dice el Señor.

Oración después de la comunión
Alimentados con tan grandes dones, te pedimos, Padre, recibir sus frutos de salvación y no dejar nunca de alabarte. Por Jesucristo nuestro Señor.

1ª Lectura    Zac 9, 9-10
Lectura de la profecía de Zacarías.
Así habla el Señor: ¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la cría de un asna. Él suprimirá los carros de Efraím y los caballos de Jerusalén; el arco de guerra será suprimido y proclamará la paz a las naciones. Su dominio se extenderá de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra.
Palabra de Dios.

Comentario
El profeta nos anima: “¡Dios viene!”. Si Dios viene, nuestra vida se llena de sentido. Para percibir su presencia es necesario tener la humildad y la sensibilidad de los pequeños, que perciben a Dios allí donde él se manifiesta: en lo cotidiano y simple de la vida.

Sal 144, 1-2. 8-11. 13c-14
R. Bendeciré tu nombre eternamente.

Te alabaré, Dios mío, a ti, el único rey, y bendeciré tu nombre eternamente; día tras día te bendeciré, y alabaré tu nombre sin cesar. R.

El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R.

Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R.

El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. R.

2ª Lectura    Rom 8, 9. 11-13
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes. Hermanos, nosotros no somos deudores de la carne, para vivir de una manera carnal. Si ustedes viven según la carne, morirán. Al contrario, si hacen morir las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán.
Palabra de Dios.

Comentario
En nosotros habita el Espíritu Santo, Espíritu de vida y amor. Ya hoy, como anticipo, el dinamismo de Dios nos sostiene en la existencia. Que el mismo Espíritu haga de nuestra vida alabanza y entrega de amor.

Aleluya        cf. Mt 11, 25
Aleluya. Bendito eres, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios del reino a los pequeños. Aleluya.

Evangelio     Mt 11, 25-30
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana”.
Palabra del Señor.

Comentario
Dios se revela, se da a conocer. No se hace el misterioso ni plantea doctrinas esotéricas y herméticas para unos pocos elegidos. Él se muestra tal cual es y nos dice lo que ama. Los pequeños son quienes reciben esta revelación con alegría y abren su vida al don de Dios. Por eso, Jesús se alegra, porque el Padre se comunica con los pequeños.

Oración preparatoria
Señor Dios, que por medio de la humildad y la sencillez de la fe encontramos nuestra verdadera paz.

Petición 
Señor, ayúdame a poner a un lado todas mis distracciones, todo aquello que me separe de Ti.

Meditación 

Hoy, Jesús nos muestra dos realidades que le definen: que Él es quien conoce al Padre con toda la profundidad y que Él es «manso y humilde de corazón» (Mt 11,29). También podemos descubrir ahí dos actitudes necesarias para poder entender y vivir lo que Jesús nos ofrece: la sencillez y el deseo de acercarnos a Él.

A los sabios y entendidos frecuentemente les es difícil entrar en el misterio del Reino, porque no están abiertos a la novedad de la revelación divina; Dios no deja de manifestarse, pero ellos creen que ya lo saben todo y, por tanto, Dios ya no les puede sorprender. Los sencillos, en cambio, como los niños en sus mejores momentos, son receptivos, son como una esponja que absorbe el agua, tienen capacidad de sorpresa y de admiración. También hay excepciones, e incluso, hay expertos en ciencias humanas que pueden ser humildes por lo que al conocimiento de Dios se refiere.

En el Padre, Jesús encuentra su reposo, y su paz puede ser refugio para todos aquellos que han sido maleados por la vida: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» (Mt 11,28). Jesús es humilde, y la humildad es hermana de la sencillez. Cuando aprendemos a ser felices a través de la sencillez, entonces muchas complicaciones se deshacen, muchas necesidades desaparecen, y al fin podemos reposar. Jesús nos invita a seguirlo; no nos engaña: estar con Él es llevar su yugo, asumir la exigencia del amor. No se nos ahorrará el sufrimiento, pero su carga es ligera, porque nuestro sufrimiento no nos vendrá a causa de nuestro egoísmo, sino que sufriremos sólo lo que nos sea necesario y basta, por amor y con la ayuda del Espíritu. Además, no olvidemos, «las tribulaciones que se sufren por Dios quedan suavizadas por la esperanza» (San Efrén).

En el Evangelio de hoy nuestro Señor sale una vez más al paso de nuestras necesidades más íntimas y personales: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados -nos dice- y yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas". ¡Qué palabras tan confortantes y consoladoras! ¡La verdadera paz del corazón! Eso es justamente lo que necesitamos, pues todos nos sentimos a veces cansados, agobiados y deprimidos. Y sólo Cristo puede curarnos. 

También san Pablo lo experimentó en primera persona: "Muy gustosamente continuaré gloriándome en mis debilidades... y me complazco en las enfermedades, en los oprobios, en las necesidades, en las persecuciones, en los aprietos, por Cristo; pues cuando parezco débil, entonces es cuando soy fuerte" (II Cor 12, 9-10). 

Nuestra fortaleza es Cristo y sólo la experimentamos cuando aceptamos nuestra debilidad para dejarnos consolar y ayudar por Él. Sólo quien reconoce su necesidad de Dios está preparado para recibirlo a Él dentro de su corazón. Y sólo cuando nos decidimos a ceder, agachamos la cabeza y doblegamos las rodillas de nuestra alma ante el Señor es cuando comenzamos a encontrar la solución a todos nuestros problemas. 

 Sólo si aceptamos ser como niños ante nuestro Padre del cielo llegaremos a buen puerto. "Hazme humilde, hazme pequeño y así no me perderé" leí en una ocasión. Esta humildad de los niños nos lleva a un total abandono, filial y confiado en los brazos de Dios, a pesar de todos los problemas. Por eso, no en vano Cristo nos dijo que "si no nos hacemos como niños, no entraremos en el Reino de los cielos".

Propósito
Ante el agobio y cansancio del trabajo o de los problemas diré: Jesús, en ti confío.

Diálogo con Cristo

Señor Jesús, enséñame a someterme siempre a la voluntad del Padre, para encontrar el descanso que me ofreces. Es paradójico como busco evadir todo lo que implique pobreza, soledad, fatiga, cuando vividos contigo y por amor a Ti, son los medios excelentes que me pueden llevar a crecer en el amor. Ayúdame a ser manso y humilde de corazón.

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09:58

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