Oración de los invitados. Oración para invitados.
Oración en el monte.
El cielo parece estar más cerca.
El aire está fresco. El ambiente está más limpio.
Limpieza de corazón para poder ver.
Limpieza de corazón para poder sentir.
Limpieza de mente para entender. Todo es sorpresa. Porque Dios es impredecible.
Todo es sorpresa. Porque todo es gracia.
Todo es sorpresa. Porque todo es don.
Todo es sorpresa. Porque todo es gratuidad.
La luz que brota de dentro del espíritu. Es sorpresa.
El brillo y resplandor de sus vestidos. Es sorpresa.
Allí, nada se espera. Es sorpresa.
Allí, nada es previsible. Es sorpresa.
Allí, lo viejo es sorpresa.
Allí, lo nuevo es sorpresa.
Es sorpresa la luz. Es sorpresa la felicidad.
Es sorpresa la alegría.
El tiempo allí no cansa. El tiempo allí se hace corto.
El tiempo allí se hace gracia.
Lo humano se hace divino. Lo humano se hace luz.
Lo humano se hace Pascua.
Hablan de muerte, con ánimos de Pascua.
Hablan de muerte, con esperanza de Pascua.
Hablan de muerte, con vida de Pascua.
Nosotros con ganas de quedarnos. Ellos con ganas de irse para dejar paso.
Nosotros con ganas de instalarnos. El con ganas de bajar al llano de los hombres.
Nosotros con ganas de construir. El con ganas de caminos.
Se oyen voces. Voces que solo allí se escuchan.
Voces de Padre. Voces ya escuchadas.
No es su voz, pero la anuncian: “escuchadle”.
No es su voz, mas como si lo fuera. No es su voz, mas termina siéndolo.
Es el mismo. Y parece otro. Es el de antes. Y parece distinto.
Es el que luego seguirá siendo, pero a nuestra medida.
Es el que ordena silencio, para que luego hablemos.
Es el que manda callar, hasta que podamos hablar como El.
Te teníamos a nuestro lado. Pero no te veíamos.
Eras lo divino escondido en lo humano y ahora eres lo divino revelado en lo humano.
Estabas con nosotros sin enterarnos quién eras.
Estabas con nosotros y nuestros ojos estaban ciegos.
Ahora te hemos visto. Al menos nosotros tres. ¡Gracias por el regalo!
Ahora te nos has manifestado. Para que luego no te tengamos miedo..
Ahora nos has hablado por dentro, aunque seguiremos viéndote por fuera.
Teníamos miedo a subir. No sabíamos cuál sería la sorpresa.
Teníamos miedo a subir. Tú eres siempre peligroso.
Teníamos miedo a subir. Tú sabes que las alturas nos dan miedo.
Y ahora, no quisiéramos bajar. Sabemos que allá arriba se está mejor.
Ahora quisiéramos quedarnos.
Pero tú no aceptas nuestra casa. La que queríamos hacerte.
Ahora quisiéramos que aquello durase siempre. Pero nos ha dicho que todavía no.
Que lo de siempre está en otro monte. Que lo que no acaba, comienza en otro monte.
Que la luz que se apaga, se enciende en otro monte.
La bajada se hace demasiado corta. Demasiado pronto para llegar al llano.
Nosotros queremos volver allá arriba. Nosotros queremos vuelvas a invitarnos.
Nosotros queremos regresar contigo. Porque necesitamos que te nos muestres de nuevo.
Necesitamos descubrir de nuevo tu rostro de luz. Necesitamos sentir que tu presencia nos desborde.
Necesitamos sentir la “verdad de tu rostro”.
La vida nos mete a diario por los caminos del llano.
En ese camino están los hombres. Y también ellos te necesitan.
Pero de cuando en vez, ¿no podíamos volver al monte?
También nosotros te necesitamos.
Para, algún día, hablarles del rostro que en Ti vimos.
Señor: Gracias por tu invitación a acompañarte al Monte.
Gracias porque, al menos por un momento, nos has hecho testigos de divinidad.
Gracias porque, al menos por un momento, hemos desfrutado de tu belleza escondida.
Nosotros nos sentíamos muy bien allá arriba. ¡Qué bien que se estaba en la cima!
Pero los caminos están en el llano. Los hombres que nos necesitan están en el llano.
Y nuevo nos has mostrado los caminos. Nos has mostrado a los hombres.
Perdona nuestro egoísmo de olvidarnos de ellos pensando solo en nosotros.
¡Qué pronto se acaba lo bueno! Pero ahora, ya te veremos de otra manera.
Estaremos atentos a que en algún momento vuelva a brillar la luz que llevas dentro.
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Ciclo A, Cuaresma Tagged: contemplacion, oracion, transfiguracion
Publicar un comentario