Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Martes de la 1 a. Semana – Ciclo A

“Jesús y sus discípulos entraron en la Sinagoga en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar: ¿Qué quieres de nosotros Jesús Nazareno? Jesús lo increpó: “Cállate y sal de él. El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. (Mc 1,21-28)


Enseñar con autoridad.

Un problema que nos acucia cada día.

Es posible que haya en nosotros demasiado de “escribas”.

Comentar el pesado.

Hablar del pasado.

Pero carente de creatividad en el Espíritu.

No tenemos autoridad por saber mucho.

No tenemos autoridad por decir y recordar el pasado.

Nuestra autoridad proviene de que:

Hablamos en nombre de Dios.

Hablamos de la novedad de Dios.

Hablamos lo que hemos escuchado a Dios.

Hablamos en nombre de Dios.


Nuestra falta de autoridad está en que:

Decimos lo que nosotros pensamos.

Decimos repitiendo lo de siempre.

Hablamos de algo cosas que a la gente no le dice nada.

Hablamos de lo que siempre hemos hablamos.

Repetimos lo de siempre.

Un tío mío decía que no iba a Misa porque ya se sabía de memoria la homilía del cura, porque siempre decía lo mismo.


Jesús “no hablaba como los escribas”.

Jesús hablaba como quien ha escuchado a Dios.

Jesús hablaba como representante de Dios.

Jesús hablaba no de lo que pensaba sino de lo que vivía.

Ahí estaba la novedad de su predicación.


La predicación de Jesús:

Era un peligro para esos malos espíritus que todos llevamos dentro.

Era un peligro para esos espíritus que nos impiden escuchar a Dios.

Era un peligro para esos espíritu que obedecen más a nuestros instintos que a la voluntad y libertad.


¡Con qué facilidad decimos que nos hemos convertido!

¡Con qué facilidad decimos que hemos cambiado!

Y no tomamos conciencia de que el cambio no es fácil:

No es fácil ser dueños de nosotros mismos.

No es fácil ser dueños de nuestros deseos.

No es fácil ser dueños de nuestros instintos.

No es fácil ser dueños de nuestras pasiones.

¿Nunca has dicho: yo no puedo?

Claro que no puedes porque “no quieres”.

Claro que no puedes porque “no estás convencido y decidido”.


El mal espíritu salió dando un “grito muy fuerte”.

A veces pienso que nuestros malos espíritu salen sin hacer ruido.

Porque en vez de salir quedan agazapados en nuestra falta de conversión.

Cada uno es testigo de sus propias luchas interiores.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: autoridad, curacion, demonio, endemoniado, mesías

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